Piensa pues, compañero:
si el mar que habito siempre fuera tranquilo pocas alegrías me podría dar.
El mismo alimento todas las lunas.
Luz somnolienta para una sangre pasiva .
Arena fina en la que retozar
y un pasar de horas decadente.
Piensa pues, compañero:
esta resaca contra la que luchamos,
la que ha levantado el mar y ahogado a la luna,
la que nos hace danzar en la oscuridad,
esta resaca es la que hace de nuestro baile un Titán,
del alimento una dicha
de la luz una ofrenda
y de la arena el manto perfecto para relajar un cuerpo magullado pero victorioso en el combate.
Recuerda compañero:
Es el equilibrio un señor que alterna las nubes y el infierno.
Un señor caprichoso y olvidadizo que alterna las plumas y el azufre
y que en el viaje estima cuan valiosa es su existencia.